PENSANERVIOS DE UN MONO AULLADOR (AL BORDE)

Mientras vas a trabajar, en el vagón un punki piojoso y con una boca como un piano al que le han quitado una de cada tres teclas, desenfunda una guitarra y nos anuncia que lo va a hacer. Nos va a amenizar el viaje a las 8:35 de la mañana de un sábado con una canción. El tren en silencio hasta que termina. Cuando lo hace, se aleja de mi zona para pasar la gorra (el bote de mahou verde que usa). Eh, compadre, le llamo. El punki sonríe y me hace un gesto de calma. Cuando por fin se acerca, le doy lo que tenía para el café con hielo de antes de entrar. Le digo que lo que ha cantado, con verdad y arte, era de Migue Benítez. El tipo me enseña su mejor piano y me dice: sabía desde el principio que eras garrapatero, compadre. Bueno, realmente soy más alimaña que garrapata, compadre. El punki me muestra por última vez su piano desteclado y se va, haciendo sonar las cadenas que le cuelgan de los bolsillos de los elásticos rotos que lleva. Sus pisadas al alejarse suenan a botas militares. Piensas en el mensajero del emperador del relato de Kafka. Haces trasbordo para llegar al Barrio de El Pilar.